Todo el mundo sabe que el turismo es, hoy por hoy, una de las mayores fuentes de ingresos y pilar de economías de países de todos los rincones del mundo. Todo el mundo ha sido turista alguna vez en su vida y puede reconocer esa mirada perdida y esa expresión de incógnita en una cara al contemplar un monumento, una estatua en un museo, fotografiando un bonito paisaje o posando para un recuerdo imborrable. El turista es una especie en sí mismo y muchas veces ignora su propia condición de Voyeur histórico o mero peón del sistema financiero.
Turistas los hay de todas las clases y colores. Están aquellos que pretenden pasar desapercibidos y discretos, otros que se aburren de hacer turismo y dormitan en los rincones de aquellos museos que tanto deseaban visitar. Están los que hacen cola por puro placer, los más ávidos y curiosos , los que planean todo al milímetro y los que se dejan llevar. En el fondo turistas somos todos. Hasta los que fotografiamos a otros turistas.
Esta serie fotográfica se realizó en uno de los países más visitados de Europa: Grecia, su capital Atenas y parte de sus islas. Grecia es uno de esos lugares paradigmáticos para el turismo por su fascinante historia y por el desigual destino de su herencia expoliada. La tierra, que es cuna de nuestra civilización occidental, sigue atrayendo a míticos y a místicos, ávidos por conocer, ver, tocar las piedras que sostienen un legado milenario. Los últimos acontecimientos económicos globales han llevado a Grecia a una suerte de ruina financiera que se deja entrever en muchas de sus calles y ciudades, pero que pasa desapercibida al turista. Los monumentos siguen ahí convirtiéndose así en metáfora de una decadencia pasada, presente y futura. Sin embargo el turista no mira, no ve más allá de lo que le permite la cámara de fotos, siendo testigo ciego de esta situación. Esta serie quiere plasmar a modo de espejo esa distancia que establece el turista con el lugar que visita, esa implicación lúdica, pasajera, que al final se convierte en puro espejismo. Mire a donde mire el turista sólo ve turistas, sólo ve su propio reflejo.
De hecho, esta serie pone a Grecia, su cultura, sus estatuas, sus grandes ruinas como telón de fondo para hablar de una figura, tan amada por comerciantes como denostada por autóctonos, una raza universal a la que todos hemos pertenecido en algún momento de nuestras vidas, que todos los que viajan saben reconocer y que es fascinante como campo de acción visual para reflejar ese carácter impersonal, a veces altivo , a veces pasivo de todo aquel que contempla las culturas ajenas a la suya con ojos más o menos curiosos, más o menos informados o desinformados.